Autora: Eva Giberti
Psicóloga, psicoanalista, docente universitaria y asistente social (UNBA).
www.evagiberti.com
Si bien Freud no titubeó en aplicar la metáfora bélica a través de expresiones como: resistencias, baluartes, territorios, lucha, me pregunto por la utilización de la palabra estrategia, que no sólo deriva de estratagema, ardid, sino que su mención es fuertemente asociable con una actividad de las fuerzas armadas, vinculada con la guerra. El uso habitual del vocablo no aminora su eficacia asociativa, ya que en el lenguaje «ninguna inocencia, ninguna ingenuidad» (Barthes). También convendrá revisar la semantización de salud, en lo que hace a sus alcances y ontologización. No me refiero a la situación de quien padeció una tuberculosis y fue sanado, instancia transparente en su concreto; sobre tales concretos se ha creado una superestructura relacionada con el poder en la cual se aposenta la idea de salud. ¿Qué es la salud en Rwanda? ¿Qué es la salud en las comunidades indígenas asoladas por el cólera y transidas en su identidad? Admitiendo el valor de salud como ordenador y referente abstracto, estimo que cabe una desilusión acerca de los contenidos del vocablo y en lo que hace al rigor de lo que se considera especialización en salud. Se impone la revisión de una idea enarbolada como totem y que conlleva la marca de su contingencia; dicha contingencia permite resignificarla, aceptando que no propuso todavía un contenido que fuera definitivo o el mejor.
Disciplinadamente, me referiré al uso de estrategias, conjeturando que la existencia de las que se evalúan como nuevas no son ajenas a la caída de algunos paradigmas: 1) los referidos a «la» familia, 2) a la niñez, 3) al género mujer; y a la modificación de los conceptos que abarcan la definición de lo que sean el centro y los márgenes. El centro existe dado el borde que los márgenes suscitan, lo cual no cambia la trascendencia de lo considerado marginal y marginado. Desde los márgenes surgen los Nuevos Movimientos Sociales(1), constituidos por grupalidades y agrupamientos que se ocupan de los derechos humanos, los movimientos gay, los ecologistas, los jubilados, los movimientos de mujeres, asociaciones vecinales, cooperativas, movimiento rock y otros.
1.- El paradigma que supuso la existencia de «la» familia como modelo unitario, recaudador de excelencias, ha sido trocado por la presencia de estilos alternativos de agrupaciones familiares que denomino «lo» familia y que concita modelos no convencionales (matrimonios entre divorciados con hijos de las parejas anteriores conviviendo con los actuales, parejas de homosexuales que adoptan niños, mujeres jefas de familia con hijos de padres distintos, etc.(2)
2.- La que se denomina niñez deja al descubierto la idealización que encubría, lo cual dificulta reconocer la existencia de niños abusados, niñas discriminadas, criaturas explotadas y en estado de pobreza extrema, etc. Niñez tiende a invisibilizar, por ejemplo, el tráfico con niños y la prostitución a la que son sometidos. Si bien el vocablo instituye una generalización que permite legislar, no alcanza para disimular el obstáculo epistemológico que representa. La niñez es un campo de problemas y conflictos, protagonizados por niños y adultos que se construye con múltiples atravesamientos (políticos, psicológicos, etc.) y que se utiliza para soñar con una época supuestamente dorada, formando parte de la propia vida. A través de niñez se pretende naturalizar las conductas proteccionales de los adultos, negando sus violencias. De hecho, niñez adquirió consistencia de concepto dominante, instituyéndose como poder que no sería preciso revisar «porque todos sabemos de qué se trata»(3). Los agrupamientos formados por los niños de la calle, que hacen de la calle su residencia constituyen una desmentida de lo que se entendió por niñez, aportando estrategias de sobrevida que no hacen a esta presentación.
3.- Los estereotipos vinculados con el género mujer cuentan con bibliografía internacional suficiente como para advertir a quienes insisten en omitir las subordinaciones, opresiones y explotación padecidas por género en la historia de la humanidad y actualmente. Contamos con la vigilancia epistemológica de las investigadoras que no proponen la agitación de la posición como víctimas exclusivamente sino que diseñan un análisis de los paradigmas consagrados por el patriarcado.
Sólo enuncio tres paradigmas tradicionales pero estimo que el análisis de los paradigmas de la modernidad constituye un momento necesario en la construcción de estrategias en salud, ya que conduce a revisar los contenidos de las teorías que utilizamos. Por su parte, las nuevas grupalidades emergidas de los NMS, instituyen estrategias promotoras de salud: no es posible referirse a ella sin incluir el ámbito de la política en sus distintas dimensiones, de la economía y de lo que dio en llamarse «la variable social»; añado la insoslayable necesidad de introducir la ética en dicho conjunto. Los movimientos se independizaron de las instituciones canónicas y aportan sus pautas, que forman parte de las nuevas estrategias, entre ellas la autogestión. Los grupos llamados de reflexión, de autoayuda, etc. y las redes también se han erigido en estrategias sociales cuyos efectos remiten a la resignificación de «la salud». Las cooperativas constituyen un modelo particular entre lo movimientista y lo grupal. Un lugar propio lo ocupan los grupos destinados a los ejercicios teatrales a los que asisten personas de diferentes clases sociales y que pueden cumplir una función expresiva que no es desdeñable como estrategia de «alivio» y relación con otros. Grupos y movimientos que buscan sus objetivos con modelos propios, desafiando los cánones que las burocracias podrían imponerles; fenómeno que consideramos un venero de «salud», en lo que hace a la creación de autonomías, posibilitando el surgimiento de identidades sociales1 . No obstante, es preciso advertir que las poblaciones pauperizadas -proliferantes en nuestro país- no siempre disponen de posibilidades psíquicas, vitales, para ensayar la formación de estas agrupaciones.
Las redes, agrupaciones y movimientos pueden considerarse nuevas estrategias específicas y al mismo tiempo equivalentes entre sí, en tanto no dhieren a la burocratización; equivalentes no sólo porque registran la falta de políticas socialesestatales sino porque reconocen el avance de las burocracias sobre lo social; mecanismo que impide su participación y su incorporación en los niveles de decisión como miembros de la comunidad. Sus objetivos indican la perentoriedad de significar no sólo lo que falta socialmente sino de evidenciar su existencia como sujetos y ésto corresponde al área salud. La aparición de estos hechos sociales entre nosotros es sintónica con la incorporación de nuevos pobres y con la cronificación de los niveles de pobreza y pauperización que reclaman, por parte de los técnicos una nueva percepción de la realidad y un ajuste de los campos teóricos.
Estas agrupaciones y agrupamientos -que a veces intentan institucionalizar el movimiento pero sin adherir a instituciones formales- probablemente estén gestando nuevas matrices representacionales, no sólo para sus integrantes sino para quienes los acompañamos.. Además de constituirse en nuevas estrategias en salud, disponen de las propias estrategias, una de las cuales es la creación de espacios de articulación que les permiten prescindir de organismos oficiales y asociarse entre grupos semejantes; se añaden los espacios de reflexión y revisión de lo que hacen, que implica nuevas concepciones del poder (relacionado con la autogestión). Es ilustrativo recordar la tesis de Bollas(4) acerca de los sujetos normóticos, situados en las antípodas de los que vengo describiendo: serían aquellos que aparentan normalidad a través de su sobreadaptación a las distintas formas de burocracia. En nuestro país existe una tradición que anticipa la existencia de estas grupalidades (Maldavsky) (5) a través de las corrientes inmigratorias cuyos miembros se agruparon no sólo según su lugar de origen sino intentando crear instituciones filantrópicas (sociedades de fomento, por ejemplo).
Al margen de lo planteado, me pregunto si la creación de nuevas estrategias funcionará independientemente de las vísperas del 2000. ¿Cuál será el caudal de población interesado en el cambio del milenio? ¿Podremos desdeñar el dato o será prudente incluirlo en la construcción del(os) malestar(es) de la época? Los televidentes incorporan informaciones tales como: «Fulano fue condenado a 25 años de prisión, por buena conducta podría lograr su libertad condicional en el 2007». Ese discurso, ¿en qué nivel psíquico se integra? ¿Cuáles serán las relaciones posibles entre las nuevas estrategias y lo que podamos lograr para el 2000, aunque en la cotidianidad no se produzcan cambios sustantivos? Mi revisión de la palabra salud es el resultado de haberme formulado éstas y otras preguntas, por ejemplo: cómo utilizarla desde las disciplinas de la subjetividad y desde la tesis de sujeto de las que se ocupan el psicoanálisis, los estudios institucionales, la psicología de las confíguraciones vinculares y grupales. Dada la existencia de una dinámica movimientista y de grupalidades con características nuevas, es posible pensar en enfermedad desde otras perspectivas, por ejemplo: como déficit, pérdida o daño de la subjetividad o bien pérdida de la subjetivación, como puede suceder en los fenómenos de hacinamiento. Desde otro ángulo, reflexionar acerca de lo que se denomina salud, según la adaptación a los cánones convencionales y en el plano institucional en la adherencia a las burocracias como manera de formalizar las relaciones entre los sujetos y las instituciones.
Estos planteos conducen, a su vez, a otros interrogantes: ¿Dónde insertar la ilusión unificadora de las psiquiatrías tradicionales y del psicoanálisis dogmático? Tal vez la resignificación del sujeto como parte de una sociedad organizada, en la cual le corresponde participar y decidir, oponiéndose a las discriminaciones (que es preciso enunciar) resulte operativa. Un sujeto conciente delas ilusiones que interesadamente se le pueden proponer desde las hegemonías de turno para disolver sus iniciativas respecto de su propia salud. Es decir, se trataría de sujetos alerta. Alerta que, como sabemos, también forma parte de la metáfora bélica; en lo que respecta a los técnicos, ya que usamos estrategias, bien podemos creernos centinelas de la salud y también convencernos de que tenemos una misión por cumplir. Palabras como éstas fueron andamios que transitamos durante muchas décadas, identificados como trabajadores de la salud. Claro que, en determinado momento, los andamios dejan de ser necesarios y es preciso retirarlos par ver que es lo que se ha construido desde ellos. Si las nuevas qrupalidades (redes, movimientos) se muestran como las ventanas abiertas de esa construcción, no hemos perdido nuestro tiempo, ni mucho menos la esperanza que, como sabemos, es la más revolucionaria de las virtudes.
BIBLIOGRAFIA Y NOTAS
*1: OFFE, C.: Los Nuevos Movimientos Sociales, Madrid, 1992.
*2: GIBERTI, E.: «Lo» familia y los modelos empíricos, en VIVIR EN FAMILIA EN ARGENTINA, comp. Catalina Wainerman, UNICEF, Bs. As., 1994.
*3: GIBERTI, E.: Nuevas políticas de y para la niñez, en Revista GACETA PSICOLOGICA, Bs. As.,Octubre 1993.
*4: BOLLAS, C.: LA SOMBRA DEL OBJETO, Amorrortu, Bs. As., 1990.
*5: MALDAVSKY, D.: Comunicación personal.